Que España es un país de bares es algo que no nos debe llamar la atención a estas alturas de la película. Es algo que sabemos desde prácticamente el momento en el que nacemos. Y es que es un tipo de negocio que está muy arraigado en nuestro país. Es algo típico de España el hecho de disfrutar de nuestro tiempo de ocio o de nuestros días libres de trabajo en los bares, con familia o amigos. Es a eso a lo que llamamos bienestar y disfrute. Y la verdad es que no es para menos, para qué nos vamos a engañar. A todos nos gustaría que esa fuera la realidad de nuestro día a día.
Desde el punto de vista de la persona que se encuentra a cargo de un negocio como del que estamos hablando, es evidente que se necesita diferenciar del resto de bares y restaurantes que componen su competencia. Hay muchas maneras de hacerlo, pero estamos hablando de un sector que está muy saturado y en el que muchas veces ya está todo inventado. Aún así, lo conveniente es que pongamos toda la carne en el asador para intentar llamar la atención de las personas que constituyen nuestro público objetivo.
Esa ha sido mi posición en los últimos años. Poco después del final del confinamiento provocado por la pandemia, tomé la decisión de abrir un negocio de hostelería en mi pueblo de toda la vida. Me había ido mal en otros lugares, haciendo otro tipo de cosas que nada tenían que ver con la hostelería, así que tomé la decisión de probar en uno de los sectores que más y mejor funcionan en España y también en uno de los más sacrificados de cuantos existen. Sabía dónde me metía y la enorme cantidad de esfuerzo que iba a necesitar para sacar un bar adelante. Y más en una época tan complicada como la que contextualizaba el inicio de la vida de mi negocio.
Durante los primeros días y semanas, necesité una variedad de servicios de todo tipo. Alquilé un local comercial bien situado en mi pueblo, hice una pequeña reforma, tuve que sacar adelante la compra de mobiliario para un establecimiento de este tipo, poner iluminación, contratar personal, buscar un proveedor que me suministrara platos, vasos, copas… y también encontrar proveedores para la bebida o la comida. Como veis, no me dio tiempo a aburrirme en ese periodo. Os confesaré que no lo eché de menos en absoluto.
La verdad es que no fueron momentos fáciles. Fueron unos días en los que el teléfono no paraba de sonar, incluso a unas horas en las que yo ya estaba intentando relajarme. Una de las cosas que más me preocupaban tenía que ver con la compra de esos vasos y platos con los que yo ya estaba pensando en diferenciarme de los demás bares y restaurantes de la zona. Personalizar estos elementos, especialmente los vasos y las copas, era una cosa con la que siempre había soñado, que siempre me había parecido interesante en los bares que lo han realizado. Empecé a buscar proveedores que me pudieran ayudar en este sentido y di con Bassos, que ofrecía la oportunidad no solo de personalizar vasos o copas, sino también cubiteras.
El resultado me fascinó y la verdad es que eso me tranquilizó un montón. El primer paso para generar impacto entre los clientes es conseguir que tus propios elementos te impacten a ti mismo y eso es lo que ocurrió conmigo. Desde luego, eso me hizo ver que mi negocio tenía opciones de éxito. Y ya sabéis que tener confianza en lo que uno hace es el primer paso para llegar hasta el éxito. Estaba en posición para conseguirlo.
Llegó el día de la inauguración. Podríais estar pensando que era un manojo de nervios y ese tipo de cosas que suelen ser habituales en este tipo de momentos, pero nada más lejos de la realidad. Lo que me preocupaba era el futuro a medio y largo plazo, pero no el día de la inauguración porque sabía de sobra que mucha gente iba a venir al establecimiento solo para ver cómo lo tenía montado todo y qué tipo de productos iba a ofrecer. Es lo que suele ocurrir en este tipo de actividades.
En efecto, el día de la inauguración vino mucha gente… y ocurrió lo mismo durante los días posteriores. Todo parecía ir perfectamente y conseguí, poco a poco y con esfuerzo, ir consiguiendo una clientela fiel, lo que me dio alas para continuar. Esa clientela fue creciendo a medida que pasaron los meses y pronto empecé a ser el propietario de uno de los negocios que mejor funcionaban en todo el municipio. Decir que se tiene orgullo de algo así se queda corto, muy corto. No cabía en mí de satisfacción. Y la gente que trabajaba conmigo o que había confiado en mí, tampoco.
Una de las cosas que más destacaba la gente de mi negocio era el hecho de que hubiera personalizado los vasos y las copas con el logotipo de mi bar y el eslogan. Eso es algo que permitió que mi imagen fuera estupenda y elegante. Además, y teniendo en cuenta que hice vasos y copas de más para sortearlos entre los clientes, estoy seguro de que ya no queda un alma en el pueblo y en la comarca que no conozca mi bar y que no esté deseando venir a disfrutar de todo lo que podemos ofrecer.
Las cosas han seguido yendo bien a lo largo de todos estos años que llevo con el bar y creo que el negocio tiene una amplia esperanza de vida. De hecho, cuando abrí, la plantilla la conformábamos tres personas. En la actualidad, he tenido que ampliarla a cuatro y estoy empezando a pensar en que sería una buena idea ampliar un poco el local para tener más mesas, ya que algunas veces no hay espacio para todas las personas que acuden al establecimiento.
Un sector en plena expansión en nuestro país
La hostelería siempre ha sido uno de los sectores que mejor ha funcionado en nuestro país precisamente por ese arraigo del que estábamos hablando previamente. No cabe la menor duda de que aprovechamos bien el tiempo en España porque nuestros objetivos están claros: disfrutar al máximo de la gastronomía de nuestro país y hacerlo con la gente a la que conocemos y que significa tanto para nuestra vida. Desde luego, es algo que nos hace felices y que siempre tenemos en cuenta cuando sabemos que tenemos una tarde o un día libre.
Una noticia que vio la luz en la página web de Hosteltur indicaba que el sector de la hostelería de nuestro país cerró el año 2024 con una mejora del 6%. Se trata de un crecimiento que se ha hecho evidente desde el final de las restricciones y no cabe la menor duda de que eso viene directamente relacionado con lo anterior, con esa necesidad de disfrute de la que venimos hablando y que, a buen seguro, va a seguir existiendo de aquí en adelante en el interior de nuestras fronteras. Esperamos que así siga siendo, que no hay nada que nos defina más… ni mejor.
Fijaos en el caso de un municipio llamado Sallent de Gállego, de la provincia de Huesca, que es el que más bares por habitante tiene en el interior de nuestras fronteras. En concreto, tiene 15’74 bares por cada 1.000 habitantes. Se trata de una cifra que no es en absoluto baladí y que muestra la relevancia que tiene un sector como la hostelería en cualquiera de los rincones de nuestro país. Y es que no hay nada que sea más español que ir a un bar y disfrutar de todo lo que tiene para nosotros.
Lo mejor de todo es que aquellas personas que visitan por primera vez nuestro país se adaptan perfectamente a esas ganas por pasar el máximo tiempo posible en un bar. Es lógico que saben donde vienen y quieren formar parte de algo que nosotros mismos consideramos tan tradicional. Y es que la hostelería también tiene su parte de culpa en el atractivo turístico que hay en España. En otras palabras: si no hubiera una oferta tan variada de bares y restaurantes en España, seguramente no habría una demanda turística como la que tenemos todos los años en diferentes zonas de nuestro país.
Estoy convencido de que la hostelería va a seguir formando parte del crecimiento de la economía de un país como el nuestro. A mí, desde luego, me va bastante bien y eso que era un recién llegado a este campo. Creo que, con un poco de mimo, se puede levantar un bar con muchas garantías de éxito. Es verdad que hará falta mucho esfuerzo, mucha dedicación y mucha paciencia. Si no tenemos este tipo de cosas y seguramente algunas más, lo vamos a tener muy complicado. Pero merece la pena intentar hacer acopio de ellas, ¿no os parece?